Como creyentes, necesitamos el poder del Espíritu Santo sobre nosotros. Jesús les dijo a sus discípulos: “Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes” (Hechos 1:8).
¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Divina Trinidad. Cuando Jesús ascendió al Padre, prometió a sus discípulos “otro ayudante”, el Espíritu Santo (Juan 14:16-17). En griego, la palabra otro significa, “otro del mismo tipo”. Jesús prometió un Ayudante sobrenatural como Él.
¿CUÁL ES EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO?
El Bautismo del Espíritu Santo ocurre cuando el Espíritu de Dios viene sobre un creyente. El Espíritu Santo llena la mente del creyente con una comprensión genuina de la verdad, toma posesión de las habilidades del creyente e imparte dones que califican al creyente para el servicio en el cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo también habla a los corazones de los no creyentes, mostrándoles su necesidad de salvación (Juan 16:7–11). Cuando una persona acepta a Jesucristo como su Salvador y Señor personal, el Espíritu Santo mora en su interior (Juan 14:15–17; 1 Corintios 3:16; 12:13). Pero los creyentes también necesitan el Bautismo del Espíritu Santo para equiparlos para las buenas obras (Hechos 1:5–8).
¿ES EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO PARA TODOS?
Para hacer la obra de Dios, necesitamos el poder de Dios. El Bautismo del Espíritu Santo es para todos los que creen en Jesucristo como su Salvador y Señor, y que son hijos de Dios a través de Él (Hechos 2: 38-39).
¿POR QUÉ NECESITAMOS EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO?
El propósito del Bautismo del Espíritu Santo es capacitar a los creyentes para el servicio y la guerra espiritual también como valentía para testificar de El (Hechos 1:8; 4:19–20, 29–31; 6:8–10; 1 Corintios 2:4). Jesús ordenó a los discípulos que no comenzaran la obra a la que los llamó hasta que fueran bautizados en el Espíritu Santo (Lucas 24:48–49; Hechos 1:4, 8). Cuando los apóstoles se encontraron con otros creyentes en Cristo, inmediatamente preguntaron si los creyentes habían recibido el Espíritu Santo. Si no, se aseguraron de recibirlo (Hechos 8: 14–16; 19: 1–5). El Bautismo del Espíritu Santo es una necesidad absoluta en la vida de cada Cristiano para el servicio al que Dios nos ha llamado.
CÓMO RECIBIR EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO
Jesús dijo: “Si entonces, siendo malvado, sabes cómo dar buenos regalos a tus hijos, ¡cuánto más dará tu Padre celestial el Espíritu Santo a los que le pidan!” (Lucas 11:13). Dios cumple sus promesas en una variedad de formas, y no hay dos seres humanos iguales en cómo reciben las cosas espirituales. El Nuevo Testamento nos dice que algunos creyentes recibieron el Bautismo del Espíritu Santo en el momento de su conversión, como Cornelio y su familia (Hechos 10). Otros, como los creyentes en Éfeso, lo recibieron más tarde (Hechos 19:1–5). Nunca debemos limitar a Dios por nuestras propias expectativas. Él es soberano y trabajará de la manera que elija.
LA PREEXISTENCIA DEL ESPÍRITU SANTO
La palabra para Dios es Elohim, que indica tres o más (refiriéndose a la Trinidad). El Espíritu Santo estaba activo en el momento de la creación (Génesis 1:1–2). Cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza” (Génesis 1:26), se dirigía a las otras dos personas de la Divinidad.
LA PERSONA Y LA NATURALEZA DEL ESPÍRITU SANTO
Algunos han pensado erróneamente que el Espíritu Santo es más un “eso” que un “Él”, pero Jesús se refirió al Espíritu Santo como “Él” (Juan 16:13). El Espíritu Santo tiene funciones distintas en la vida de los creyentes y la iglesia (Juan 14:17; 1 Corintios 2:10–12; Hechos 5:3–4). En el griego original, el Espíritu Santo se llama el “paracleto,” que literalmente significa, “Uno llamado al lado para ayudar”.
EL TRABAJO DEL ESPÍRITU SANTO EN EL MUNDO
En Juan 16, Jesús nos dice que el Espíritu Santo convence al mundo de pecado (vv. 8–9) y convence al mundo de justicia y juicio (vv. 10–11). El Espíritu Santo también restringe la extensión del mal (2 Tesalonicenses 2:7). Antes de ser Cristianos, el Espíritu Santo habló a nuestros corazones, mostrándonos nuestra necesidad de salvación. Nos atrajo a Cristo y nos convenció de pecado (Juan 15:26).
EL TRABAJO DEL ESPÍRITU SANTO EN EL CREYENTE
Una vez que aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, el Espíritu Santo viene a morar dentro de nosotros. Pablo escribe: “¿No sabes que eres el templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en ti?” (1 Corintios 3:16). El Espíritu Santo nos regenera (Tito 3:4–7; Juan 3:5; 6:63); mora en nosotros (1 Corintios 3:16; 6:19); nos sella (Efesios 1:13–14); nos guía (Juan 16:13; Romanos 8:14); nos enseña (Juan 14:26); nos ayuda a orar (Romanos 8: 26–27); y nos da poder (Hechos 1: 8).
EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO
La palabra “dinamita” es un derivado de la palabra usada en la Biblia para describir el poder del Espíritu Santo (Hechos 1:08). En otras palabras, el poder del Espíritu del Dios es el poder de la dinamita. Este poder es tan importante que el Señor Jesús ordenó a sus discípulos que lo esperaran antes de que comenzaran sus ministerios (Hechos 1:4).